¿Qué dijo el Guardaespaldas de la Princesa después de morir?
El guardaespaldas, llamado Colin Tebbutt, que ha hablado con el medio británico Daily Mail sobre los últimos tiempos de la princesa, en los que él estaba al cargo de su cuidado. Y ha revelado que Diana nunca debió estar en París ese fatídico 31 de agosto de 1997 en el que perdió la vida en un accidente de tráfico en la capital francesa. Según él, la princesa debía estar de vuelta en Londres tres días antes.
Tebutt —que ya había trabajado para Ana de Inglaterra o para los príncipes Michael de Kent— entonces prestaba servicios como ayudante, chófer y guardaespaldas para la princesa en el Reino Unido, porque ella al divorciarse había perdido su estatus de Alteza Real y, por tanto, la seguridad proporcionada por la casa real. Según ha contado Tebutt, Diana debía regresar de sus vacaciones en la Costa Azul el día 28, pero en el último momento se quedó en el barco de Dodi Al Fayed, el Jonikal, y después voló a París. La razón era que había sufrido ataques políticos, en este caso por parte de los conservadores británicos. El partido tory la acusaba de aprovechar los viajes en los que daba a conocer la importancia de eliminar las minas antipersona para, a su vez, promocionarse a sí misma.
“No volvió el jueves como estaba planeado porque los tories estaban contra ella por la cuestión de las minas. La acusaban de usar la campaña para potenciar su propia imagen, lo que resultó muy desagradable y le causó un gran enfado. Así que se puso en contacto con nosotros y nos dijo que no quería todo ese fastidio que la esperaba al volver al Reino Unido y que ya regresaría el fin de semana”, relata Tebutt, que deja en el aire el hecho de que Diana quizá siguiera viva si eso no hubiera pasado.
El problema con esa cuestión había empezado unos meses atrás, en una visita que Diana hizo en enero de 1997 a Angola en la que pidió la prohibición internacional de las minas antipersona, pero que los conservadores atacaron: el ministro de Defensa la tachó de “impredecible” y de “desinformada”, mientras que otro diputado afirmó que no hacía caso a “argumentos más complejos” y la ridiculizó al comparar su forma de enfrentar el debate con el de Brigitte Bardot y su “defensa de los gatos”. La cuestión se recrudeció ese verano porque Diana habló con el diario francés Le Monde sobre ese Gobierno, que en mayo había perdido las elecciones a favor de la lista de Tony Blair. “El anterior era incompetente”, afirmó, asegurando que el de Blair era un Gobierno que estaba haciendo “un trabajo fabuloso”. De hecho, a primeros de agosto la princesa acudió a Bosnia en una misión oficial plenamente apoyada por el gabinete de Blair para dar visibilidad a la lacra de las minas, algo que no gustó a los conservadores.
Este diario recogió aquella polémica política y a la vez real tres días antes de la muerte de Diana. Entonces el entonces ministro de Exteriores, Robin Cook, dio a conocer que estaba feliz con el reconocimiento de la princesa de “que el Gobierno comparte completamente su preocupación”, mientras que tories como David Wilshire contaron: “Es seriamente peligroso arrastrar a la familia real a la arena política. Creo que no deberíamos permitir que una joven que tira ya a mujer de mediana edad altere la Constitución británica ella sola”.
El cambio de idea de Diana y Dodi Al Fayed —siempre según la versión de este colaborador— a la hora de volver al Reino Unido y alargar sus vacaciones, con las consecuencias que pudo llegar a suponer esa decisión, es una más de las revelaciones que se están dando en esta fecha tan redonda, señalada, más aún en un momento en el que las tensiones entre los hijos de la difunta princesa y también en su familia política no paran de crecer.
Con motivo de este aniversario son muchos los medios que estos días claman tener novedades sobre Diana. Por ejemplo, la autora Ingrid Seward le ha contado al tabloide sensacionalista The Sun cómo fue su encuentro con la princesa ese último verano. Seward cuenta cómo le impactó la imagen impecable y distendida de Diana, pero también su inseguridad. A la escritora le habló de sus hijos, siempre en el centro de la conversación, o de su incipiente romance con Al Fayed. También le contó que no quería en ningún caso hacer nada que molestara a la monarquía, porque todo ello era la herencia de su hijo, y que ella sí que había sentido que Carlos la había querido durante un tiempo y que decir lo contrario era hacerle un flaco favor a los niños.
También en un documental de la cadena ITV ha dado su testimonio Richard Kay, amigo íntimo de Diana y que afirma ser una de las últimas personas que habló con ella. “La policía me dijo que la mía había sido su última llamada”, relata. “Estaba desesperada por intentar y conseguir empezar de nuevo y hacer algo distinto, explorar un tipo distinto de realeza. Y estaba deseando volver a casa para ver a sus chicos”, relata Kay en el metraje, que se estrenará el 24 de junio.
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